Luego de sublevar a artesanos, alarifes, labradores, alfareros, canteros, aguadores y pueblo en general, el cura de Dolores, Don Miguel Hidalgo y Costilla, enfiló su harapiento y mínimo ejército con rumbo a San Miguel El Grande. Era el 16 de Septiembre de 1810, día Domingo.
Y se dirigía a esta población por la razón de encontrarse acuarteladas y listas para sumarse a la insurrección, las tropas del Regimiento de Dragones de la Reina. Este cuerpo militar estaba al mando de Ignacio Allende y Unzaga, quien a la postre vendría a convertirse en el “Primer Soldado de la Patria”. Ambos personajes, apoyados por varios criollos ilustres de San Miguel, Dolores y Querétaro, habían fraguado ya el plan para levantarse en armas.
A mitad del camino entre Dolores y San Miguel se encontraba el Santuario de Jesús Nazareno, que había sido fundado por el Padre Alfaro en la segunda mitad del Siglo XVIII.
Con el fin de solicitar los favores espirituales de San Luis Rey y del panteón cristiano, el Padre de la Patria hizo un alto con toda su comitiva, para orar en el altar mayor. Cuenta la tradición que al pasar por la Sacristía para acceder al Camarín de la Gloria ó de los Apóstoles, le fue regalado por el padre prepósito un hermoso lienzo de la Virgen de Guadalupe (a quien el padre Hidalgo guardaba gran devoción) y los cuatro milagros. Una vez a caballo, al cura no le quedó más remedio que deshacerse del marco y colocar en una pica la devota imagen. Fue de esta manera que la Virgen de Guadalupe se convirtió en el estandarte de los Insurgentes y en el primer símbolo de “mexicanidad”.
Quien visite el santuario hoy en día, se encontrará con muchas sorpresas. La primera de ellas será el encontrar un monumento catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es, por lo tanto, un bien común a todos los hombres de la tierra. Así, los mexicanos tenemos el deber de preservarlo.
Otra sorpresa es que justo al lado del santuario se encuentra la “Casa de Ejercicios”. En este lugar, todos los domingos se efectúan las “entradas” de fieles que acuden a realizar los “Ejercicios Espirituales”. Estos retiros piadosos fueron instaurados desde el Siglo XVIII por el padre Alfaro. El Santuario de Atotonilco es uno de los sitios de peregrinación más importantes del culto católico en México.
La siguiente sorpresa tiene que ver con la comida: bajo ningún motivo deben ustedes dejar de probar las exquisitas gorditas de Atotonilco. Este antojito está elaborado a la leña, lo que le brinda una sazón única. Tampoco deben dejar de pedirle a la señora que las prepara, la salsa molcajeteada. ¡Es deliciosamente picante y sabrosa! Las gorditas de Atotonilco son preparadas en un sencillo comal por las mujeres del pueblo. Las verán ubicadas frente a la entrada del Templo, al lado de los puestos que venden artículos religiosos.
Pero la sorpresa más increíble está en el interior del templo. Todas sus capillas laterales, nártex, coro, altar, nave mayor y camarines están profusamente decoradas con sobrias pero bellas pinturas. También podrán leer hermosos versos, la mayoría compuestos por el mismo padre Alfaro, fundador del lugar y quien además era un gran poeta místico.
Las pinturas están hechas con la técnica llamada “al temple” por un talentoso pintor queretano de curioso nombre: Miguel Antonio Martínez de Pocasangre. Toda la decoración sigue un meticuloso orden y propósito educador y está dedicada a la vida y pasión de Jesús. Para toda persona sensible, el recorrido es una lección de fe, humildad y pasión creadora. Para los católicos es referencia obligada de amor, recogimiento, arrepentimiento, expiación de pecados y perdón. Para mi gusto, el sitio más bello es el Camarín de los Apóstoles ó de la Gloria, justo detrás del altar mayor. Ahí podrán leer hermosos y piadosos versos, admirar pinturas relativas a los discípulos del Mesías y extasiarse con la magnificencia de la cúpula y su linternilla, que semeja la luz eterna del divino creador.
La última sorpresa de Atotonilco es sumamente grata para el cuerpo. Se trata de varios balnearios rústicos de aguas termales. Es gratificante para el cuerpo sumergirse en estas inodoras y claras aguas que emanan de las entrañas de la tierra guanajuatense. Yo les recomiendo “La Gruta” o bien “Escondido”. En ambos lugares encontrarán agradables piletas y sibaritas jardines para solaz del cuerpo y relajamiento del alma. Si seleccionan “La Gruta” asegúrense de llegar hasta la caverna donde sale el chorro de agua. Y bajo ninguna circunstancia dejen de pedir una piña colada, especialidad de la casa.
El Santuario de la Patria se encuentra a 15 minutos de San Miguel de Allende tomando la carretera a Dolores Hidalgo.
¡Les deseo un feliz paseo y no se olviden de traerme una gordita y una “disciplina”! o escríbanme un correo si desean que les organice un tour.
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